Un día como hoy, 22 de febrero, pero de 1943, nace Otoya Yamaguchi.

Probablemente ese nombre no le diga nada a ninguno de ustedes. Sin embargo, es uno de los nombres que más han destacado en Japón (en la sociedad y por su historia) durante toda la segunda parte del siglo XX.

Otoya Yamaguchi fue el ultranacionalista japonés que asesinó, el 12 de octubre de 1960, el jefe del partido socialista japonés, Inejiro Asanuma.

Durante un debate político, en el que se discutía sobre las elecciones de la cámara de representantes, Asanuma subió al escenario para hablar con la audiencia. Inmediatamente fue objeto de las protestas de los estudiantes de derecha. Pasaron unos minutos y Yamaguchi, entonces de 17 años, llegó al político en el escenario y le golpeó dos veces con una yoroidōshi (鎧通し, “perforador de armaduras”, era una de las espadas japonesas hechas tradicionalmente que la clase samurai usaba como arma en el Japón feudal.), la primera al lado y la segunda en el pecho.

Asanuma murió poco después antes de llegar al hospital. Para el joven asesino se abrieron las puertas de la cárcel infantil.

Ahí fue donde, sólo tres semanas después del homicidio, Yamaguchi se quitó la vida colgándose. En su celda dejó el siguiente masaje (escrito con pasta de dientes en la pared): “Siete vidas para mi país. ¡Larga vida a su majestad imperial, el emperador!”.

Curiosidades:
– El momento del homicidio fue grabado en vivo de las cámaras que estaban grabando el debate político (el video se encuentra fácilmente en YouTube);
– Yasushi Nagao, un fotógrafo presente en el evento, ganó posteriormente el Premio Pulitzer por la foto del momento exacto del ataque contra el político (la que ven encabezando este artículo);
– En 1961, el escritor premio Nobel, Oe Kenzaburo, escribió una nueva llamada “Seventeen and Death of a Political Youth” insiparada precisamente por la vida del joven Yamaguchi.

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